leyendo ¿A que sabe la Luna?

¿A que sabe la luna?

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Un clásico de hoy ¿A que sabe la Luna? ¿Quién no ha oído hablar de él alguna vez? Y tiene su por qué. Engancha a los pequeños desde la primera imagen. Ya la pregunta nos hace pensar ¿que sabor tendrá la luna?. Este es un cuento acumulativo, como los de antes. Divertido, fresco y sencillo.
Os hablé un poco de este cuento en otro post, y necesita poco argumento a su favor, es de la editorial kalandraka, y al Canijo personalmente le gustan todos los de esta editorial que han acabado en sus manos. Este habla de la cooperación y de los sueños, me parece un cuento encantador lleno de magia y de fantasía, además nos dibuja la luna de una manera preciosa, entran ganas de intentar probar la luna y de ser pequeñito para creer que eso es posible

Por que nos gusta ¿A que sabe la Luna?

  • Ha empezado a formar parte de nuestras vidas, incluso cuando no lo estamos contando con él en las manos. Gracias a su formato acumulativo y divertido, podemos recordarlo fácilmente.
  • Es divertido llamar a cada animal, perfecto para los niños que empiezan con los cuentos
  • Un cuento con un final que te invita a relajarte y para los más tranquilos, a veces a dormir soñando con animalitos.
  • Trabaja los valores de la perseverancia, el trabajo en equipo y la amistad.
  • Todo  gira entorno a la luna,algo que los canijos tienen muy presente en su día a día. Esto les hace imaginar y soñar con como puede ser la luna.

Como forma parte de nuestras vidas

A veces me preocupo pensando en que es lo que pueda estar fallando. He pensado en muchas cosas que no me han llevado a nada. Digo que no me han llevado a nada. Porque hace unas semanas todo cambió, no es que ahora sea el niño más glotón del parque pero hace todas las comidas, se termina platos e incluso me pide picar alguna fruta entre horas, cada cucharada que se mete en la boca para mi es una victoria

Os cuento todo esto porque aunque ¿A que sabe la luna?, no ha sido la causa principal de este cambio de actitud, si nos ha dado un empujoncito. El cuento no va de alimentación, va de unos animales que querían probar la luna, pero no podian alcanzarla, por mas que se subian uno encima del otro. El Canijo, siempre me decía «No llegan mamá, no llegan, pobres», el Canijo empatiza mucho con animales así que al final se alegra como si el fuera uno de esos animales.

El cuento además trae un medidor, que hemos colgado en la pared, así que a veces lo contamos el con el medidor. Mamá que también es una canija llega justa a la luna, pero el Canijo llega apenas a la tortuga. A veces, cuando comemos, le pregunto si quiere llegar a la luna que tenemos en la pared y me dice que si, entonces le digo que para llegar a la luna como mamá tiene que comer un poquito más. Otro recurso más en un intento desesperado por verle comer. N creo que sea la causa principal, sino que es posible que esté creciendo y su cuerpo ahora si necesite más, simple y llanamente. Pero lo gracioso es que ahora cada vez que está comiendo me dice «mamá, Caleb no llega a la luna» y yo  «en algún momento llegarás a la luna».

 

   Así este cuento ha empezado a formar parte de nuestras vidas y no solo como el ratito que pasa el Canijo a nuestro lado leyendo el cuento, si no las veces que él mismo se acuerda y lo introduce en nuestra rutina. Me parece maravilloso que los cuentos formen parte de su vida de una manera tan especial, cómo algo imprescindible. No se me da por pensar que así es inevitable que le encanten los libros. Cuando pienso eso una sonrisa se me dibuja en la cara y digo, dentro de todas mis dudas algo estoy haciendo bien.

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